Mi vida en la política

Y este es Bruno, llegó a nuestro hogar hace 3 años y unos meses, con solo 3 meses de nacido. A su llegada me opuse rotúndamente, pues tenía claro la responsabilidad que requería tener un perro en casa. Evidentemente la mayoría ganó, y con mucho pesar tuve que aceptar el huésped, y luego integrante definitivo de la familia. Como era de esperarse tuve que hacerme cargo de él porque los que lo recibieron felices solo eran parte de eso, de momentos felices. sacarlo a caminar, las vacunas, los baños, el cuidado, y sobretodo el tema del control de las necesidades, no eran de nadie. Con cierto malestar tomaba el perrito y me ocupaba de sus cosas (no tenía de otra), pero es increíble el vínculo que este gesto creó entre nosotros.

Creo que ha sido una de las experiencias más difíciles que he asumido y a la vez más satisfactorias. Bruno mordió desde los zapatos y demas objetos que hallara a supaso, incluso a personas que entrara a esta casa sin su consentimiento, aunque fuera a hacer un trabajo. Llegar del trabajo y escuchar un "Bruno mordió a …" eran un dolor de cabeza terrible para mí, pero la idea de deshacerme del animal ya comenzaba a arrugarme el corazón, algo pasaba entre nosotros.

Y es que Bruno se ganó mi cariño a pulso, parece escucharme más allá de sus oídos y entenderme más allá de sus sentidos, sube sus orejas cuando es un estímulo y las baja cuando es un regaño, días fuera de casa por trabajo, necesidad o vacaciones terminan de una forma diferente cuando entro por esa puerta y corre durante ratos de un lado para otro sin poder detenerse a saludarme por la simple emoción de verme llegar. Nunca me ha dejado sola, aún en los momentos más difíciles, me defiende y a mi familia, como si fuera todo lo que tiene.

Bruno detecta mi tristeza, mis angustias, mi alegrías, muchas veces antes que los humanos, y de forma silente me acompaña aún cuando no se lo pido. Tuve que regalarle mi mecedora porque se convirtió en su lugar favorito, y aún así siento que es una compañía inigualable, es fiel, sincero, cariñoso, leal ¿qué más se puede pedir? Creo firmemente que si tuviera que volver a recibirlo, esta vez lo haría como él me recibe a mí, con el corazón lleno de amor para dar. Ese es mi Bruno, mi amigo perruno.