El reto de ser madre y militante política

Tengo la firme convicción de que desde muy pequeñas, la gran mayoría de las mujeres dominicanas hemos sido entrenadas para ser madres, iniciamos el entrenamiento con las muñecas que nos regalaban en nuestros primeros años de vida, solo que esos "bebés" por lo general traen todas sus necesidades cubiertas, cuando crecemos y nos convertimos en madres, experimentamos ese hermoso sentimiento desde los primeros movimientos del bebé en el vientre, y luego con el paso del tiempo conocemos el verdadero amor cuando vemos la mirada o una simple sonrisa en el rostro de nuestros hijos.

El deseo de que tengan todo lo que necesitan y puedan vivir en un país donde existan garantías, se respeten sus derechos y exista igualdad, o equidad para ellos y para todos nuestros niños, es el gran deseo de toda madre, la fuerza que nos mueve a levantarnos cada día y enviarlos a la escuela para que se capaciten, preparen y sean hombres y mujeres de bien útiles a su país y al mundo, es lo que hace que deseemos vivir en un país con políticas públicas que permitan el acceso al cuidado de los infantes, a la educación, a la salud, y esta es la razón por la cual incursione en la política, porque desde muy pequeña he sentido un amor especial por los niños, porque creo que cuando preparamos a un niño, con educación, principios y valores, lo convertimos en un adulto responsable, que respeta a sus semejantes, que cumple con las leyes de la Sociedad y que aporta a la construcción de un futuro mejor para todos.

Pero ser mujer, madre y militante política, es un reto que al que nos enfrentamos y que muchas veces sentimos que no podemos con él, responsabilidades en todos los ámbitos, demandas del hogar, de nuestras familias, de nuestros hijos, y a todo esto le sumamos las responsabilidades partidarias, la cuota social de estar pendiente de la gente que tenemos a nuestro alrededor, de los equipos que conformamos que se convierten en nuestra familia política, gente a la que queremos y apoyamos en todas las situaciones en las que podemos, estar presente.

Lo bueno de esta maravillosa experiencia es que nos convertimos en lo que queremos ser, las mujeres que soñamos con un país mejor, con equidad y justicia social, con garantías para nuestras familias, con inclusión en todos los ámbitos donde podamos aportar, tenemos en la política la oportunidad de hacer realidad nuestro sueño, un trabajo arduo que se fortalece cada día con nuestro esfuerzo y sacrificios, pero que vemos recompensado, cada vez que se nos encomienda una tarea y la realizamos con entereza, o cada vez que subimos un peldaño en la larga escalera hacia el éxito.

Nosotras tenemos la capacidad de desarrollar múltiples tareas a la vez y es una de nuestras fortalezas, dirigimos un hogar, vamos al supermercado, conocemos al dedillo nuestras necesidades y las de nuestras familias, manejamos los precios de los diferentes artículos de la canasta familiar, así como los principales productos que se consumen en nuestros hogares, tanto para el cuidado personal como para la higiene de nuestro hogar, ese conocimiento profundo que poseemos se extrapola a todos los servicios que usamos frecuentemente, podemos dar cátedras de cómo realizar procesos que en algún momento realizamos, y esto es lo que hace interesante nuestra participación en la política, porque desde ahí podemos impulsar el desarrollo que soñamos, la participación que deseamos y los cambios que deseamos para que nuestros hijos puedan vivir en una sociedad más justa y participativa, esa que un día idealizamos cuando jugábamos con nuestras muñecas.