Cuánto nos cuesta la apatía política

Desde mi perspectiva, la falta de participación ciudadana en la política ha allanado el camino para que individuos de dudosos estándares éticos ocupen puestos públicos. Para hacerlo más ilustrativo, me arriesgo a plantear que el desprecio del dominicano por la política solo es equiparable a la afición del mismo por el juego de pelotas.

Como es sabido, el béisbol es una disciplina ampliamente valorada por la población dominicana, al punto que cada dominicano no solo comprende sus reglas fundamentales, sino que también maneja su jerga que, curiosamente, proviene en su totalidad del inglés. Cada dominicano tiene su equipo de béisbol local preferido, del cual no se avergüenza e incluso se enorgullece abiertamente ya sea en las victorias o en las derrotas.

En cambio, la política no goza de la misma simpatía, más bien la ciudadanía a menudo desconoce el funcionamiento político y ni qué decir de su lenguaje especializado, pero lo que es aún más preocupante, es que el dominicano desprecia la importancia de la política. Digamos que en el mejor escenario la política es considerada un mal necesario, pero casi en lo general está asociada a lo vergonzoso, a la vulgaridad, a lo corrupto. De hecho muchos que tienen simpatías por ciertas banderías políticas lo ocultan temiendo el juicio público.
Este, sin dudas, ha sido un mal crónico. En el pasado, antes de que los medios digitales reemplazaran a la prensa escrita, recuerdo que muchos de mis contemporáneos compraban periódicos solo para leer las secciones deportivas y desechaban el resto de las noticias, sin darse cuenta de que estaban desestimando asuntos cruciales para el futuro de nuestra nación. Entonces, ¿qué ocurre cuando la mayoría de la población se desentiende de la política? Pues indudablemente esto permite que un pequeño grupo de personas que no han sido ponderadas, ni valoradas, asuma la responsabilidad de la cosa pública, pero quiérase o no la política es el único medio para que una sociedad regule sus asuntos, y alguien tiene que ejercerlo, lo lamentable es que no siempre es alguien con intenciones de mejorar la situación de todos.

Es así como históricamente esta apatía hacia la política ha tenido un alto costo en nuestro país, pues esta indiferencia ha venido socavando el principio fundamental de la democracia, que en su definición etimológica se manifiesta como el gobierno del pueblo. Esta indiferencia le ha quitado el poder al pueblo para dárselo a la oligarquía.

No es necesario que cada ciudadano se involucre en el ejercicio político, de la misma manera que no todos podemos ser jugadores de pelota. Ni siquiera aspiro a que la ciudadanía dominicana tenga por la política la misma afición que tiene por el beisbol, pero sería muy beneficioso que cada uno de nosotros tenga un nivel mínimo de interés en esta disciplina social, y que al menos nos interesemos por entender los conceptos básicos de este ámbito. Es responsabilidad de todos romper este ciclo vicioso de mirar para otro lado porque nos asquea la política, cuando justamente mirar para otro lado es lo que permite que se le acumule el sucio que nos provoca el asco. Es responsabilidad de todos elevar la política de la categoría de mal necesario a la de bien imprescindible.